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viernes, 16 de enero de 2015
Documental: ''Jamás leí a Onetti''
Os dejo este documental genial sobre Onetti, su obra y el genial Montevideo que siempre le rodeó.
sábado, 7 de junio de 2014
Docu-drama: ''De tertulia con Valle-Inclán''
Un gran documental en el que los personajes también nos hablan y hasta el mismo Valle Inclán 48 minutos verdaderamente interesantes sobre el genio del teatro Ramón María del Vale-Inclán, su peculiar personalidad y la importancia de su obra, especialmente la dramática:
http://www.rtve.es/alacarta/videos/imprescindibles/imprescindibles-tertulia-valle-inclan/1326940/
''El mejor autor gallego que existe aunque apenas escribiera en esa lengua''.
''Lo que quiso contar fue el desmoronamiento de una sociedad de casta que se derrumbaba''.
También escribió poesía y novelas cortas, aunque es conocido por obras como Luces de Bohemia o por Las Comedias Bárbaras:
http://www.rtve.es/alacarta/videos/imprescindibles/imprescindibles-tertulia-valle-inclan/1326940/
''El mejor autor gallego que existe aunque apenas escribiera en esa lengua''.
''Lo que quiso contar fue el desmoronamiento de una sociedad de casta que se derrumbaba''.
También escribió poesía y novelas cortas, aunque es conocido por obras como Luces de Bohemia o por Las Comedias Bárbaras:
''¡La noche de octubre! Dicen que de alma
con un viento recio y saltos de mar.
Bajo sus estrellas se alzó mi fortuna,
mar y vientos recios me vieron llegar."
Ramón del Valle-Inclán
lunes, 20 de enero de 2014
Los mundos sutiles. Genial documental sobre Antonio Machado.
''Allí estaba la guerra, embistiendo, testaruda y bestial, una guerra sin sombra de espiritualidad, hecha de maldad y rencor, con sus ciegas máquinas destructoras vomitando la muerte de un modo frío y sistemático sobre una ciudad casi inerme, despojada vilmente de todos sus elementos de combate, sobre una ciudad que debía ser sagrada para todos los españoles, porque en ella teníamos todos -ellos también- alguna raíz sentimental y amorosa'' (Palabras de Antonio Machado sobre el bombardeo de Madrid).
http://www.rtve.es/alacarta/videos/imprescindibles/imprescindibles-antonio-machado-mundos-sutiles/1597035/
http://www.rtve.es/alacarta/videos/imprescindibles/imprescindibles-antonio-machado-mundos-sutiles/1597035/
UNA NOCHE DE VERANO (CXXIII- Campos de Castilla)
Ya en los campos de Jaén,
amanece. Corre el tren
por sus brillantes rieles,
devorando matorrales,
alcaceles,
terraplenes, pedregales,
olivares, caseríos,
praderas y cardizales,
montes y valles sombríos.
Tras la turbia ventanilla,
pasa la devanadera
del campo de primavera.
La luz en el techo brilla
de mi vagón de tercera.
Entre nubarrones blancos,
oro y grana;
la niebla de la mañana
huyendo por los barrancos.
¡Este insomne sueño mío!
¡Este frío
de un amanecer en vela!...
Resonante,
jadeante,
marcha el tren. El campo vuela.
Enfrente de mí, un señor
sobre su manta dormido;
un fraile y un cazador
?el perro a sus pies tendido?.
Yo contemplo mi equipaje,
mi viejo saco de cuero;
y recuerdo otro viaje
hacia las tierras del Duero.
Otro viaje de ayer
por la tierra castellana
?¡pinos del amanecer
entre Almazán y Quintana!?
¡Y alegría
de un viajar en compañía!
¡Y la unión
que ha roto la muerte un día!
¡Mano fría
que aprietas mi corazón!
Tren, camina, silba, humea,
acarrea
tu ejército de vagones,
ajetrea
maletas y corazones.
Soledad,
sequedad.
Tan pobre me estoy quedando
que ya ni siquiera estoy
conmigo, ni sé si voy
conmigo a solas viajando.
MUERTE DE ABEL MARTÍN
I
Los últimos vencejos revolean
en torno al campanario;
los niños gritan, saltan, se pelean.
En su rincón, Martín el solitario.
¡La tarde, casi noche, polvorienta,
la algazara infantil, y el vocerío,
a la par, de sus doce en sus cincuenta!
—
¡Oh alma plena y espíritu vacío,
ante la turbia hoguera
con llama restallante de raíces,
fogata de frontera
que ilumina las hondas cicatrices!
_
Quien se vive se pierde, Abel decía.
¡Oh, distancia, distancia!, que la estrella
que nadie toca, guía.
¿Quién navegó sin ella?
Distancia para el ojo —¡oh lueñe nave!—,
ausencia al corazón empedernido,
y bálsamo suave
con la miel del amor, sagrado olvido.
¡Oh gran saber del cero, del maduro
fruto sabor que sólo el hombre gusta,
agua de sueño, manantial oscuro,
sombra divina de la mano augusta!
Antes me llegue, si me llega, el Día,
la luz que ve, increada,
ahógame esta mala gritería,
Señor, con las esencias de tu Nada.
II
El ángel que sabía
su secreto salió a Martín al paso.
Martín le dio el dinero que tenía.
¿Piedad? Tal vez. ¿Miedo al chantage? Acaso.
Aquella noche fría
supo Martín de soledad; pensaba
que Dios no le veía,
y en su mudo desierto caminaba.
III
Y vio la musa esquiva,
de pie junto a su lecho, la enlutada,
la dama de sus calles, fugitiva,
la imposible al amor y siempre amada.
Díjole Abel: Señora,
por ansia de tu cara descubierta,
he pensado vivir hacia la aurora
hasta sentir mi sangre casi yerta.
Hoy sé que no eres tú quien yo creía;
mas te quiero mirar y agradecerte
lo mucho que me hiciste compañía
con tu frío desdén.
Quiso la muerte
sonreír a Martín, y no sabía.
IV
Viví, dormí, soñé y hasta he creado
—pensó Martín, ya turbia la pupila—
un hombre que vigila
el sueño, algo mejor que lo soñado.
Mas si un igual destino
aguarda al soñador y al vigilante,
a quien trazó caminos,
y a quien siguió caminos, jadeante,
al fin, sólo es creación tu pura nada,
tu sombra de gigante,
el divino cegar de tu mirada.
V
Y sucedió a la angustia la fatiga,
que siente su esperar desesperado,
la sed que el agua clara no mitiga,
la amargura del tiempo envenenado.
¡Esa lira de muerte!
Abel palpaba
su cuerpo enflaquecido.
¿El que todo lo ve no le miraba?
¡Y esta pereza, sangre del olvido!
¡Oh, sálvame, Señor!
Su vida entera,
su historia irremediable aparecía
escrita en blanda cera.
¿Y ha de borrarte el sol del nuevo día?
Abel tendió su mano
hacia la luz bermeja
de una caliente aurora de verano,
ya en el balcón de su morada vieja.
Ciego, pidió la luz que no veía.
Luego llevó, sereno,
el limpio vaso, hasta su boca fría,
de pura sombra —¡oh, pura sombra!— lleno.
CAMINANTE NO HAY CAMINO
Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.
sábado, 22 de junio de 2013
SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ Y EL POSIBLE PRIMER POEMA FEMINISTA
SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ
Sor
Juana Inés de la Cruz (1651-1695) es una de las escritoras más importantes
hispanoamericanas de la época virreinal. Escribió no sólo poesía sino también
prosa y teatro, siempre con una finalidad de la búsqueda del conocimiento y,
aunque fue religiosa, primero monja carmelita y después, durante mucho más
tiempo, monja de la orden de San Jerónimo, escribió tanto obras profanas como religiosas,
lo cual la conllevó problemas al final de su vida.
Declaró
que se declinaba más por Góngora que por Quevedo, pero en su poesía las esencias
de ambos poetas (conceptismo y culteranismo) aparecen unidas e imitaba a ambos.
Su obra poética apareció en Madrid en el año 1689 y en ella destacan poema como
“El sueño” o su popular poema contra el trato de los hombres hacia las mujeres.
En el Barroco Hispanoamericano los dos principales poetas satíricos son Juan del Valle Caviedes con su obra satírica Diente del Parnaso y Sor Juana Inés de la Cruz, con 4 ó 5 poemas satíricos pero de una gran calidad. El siguiente poema es el más conocido de ella y es considerada por textos como este en algunos manuales como la primera poeta feminista.
REDONDILLAS: “ARGUYE DE INCONSECUENTES EL GUSTO Y LA CENSURA DE LOS HOMBRES QUE EN LAS MUJERES ACUSAN LO QUE CAUSAN”
Hombres necios que acusáis
a la mujer, sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis;
si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco,
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.
Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis
para prentendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.
¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?
Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.
Opinión, ninguna gana,
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.
Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.
¿Pues como ha de estar templada
la que vuestro amor pretende?,
¿si la que es ingrata ofende,
y la que es fácil enfada?
Mas, entre el enfado y la pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.
Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.
¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?
¿O cuál es de más culpar,
aunque cualquiera mal haga;
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?
¿Pues, para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.
Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.
Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.
Sor Juana Inés de la Cruz fue una mujer
rebelde en su tiempo: desde su paso por la Universidad hasta su obra poética
está marcado por su ansia de conocimiento. En este poema, como bien explica el
título, se rebela contra el mal trato de los hombres hacia las mujeres, centrándose en la doble moralidad de los
hombres que repite desde la quinta estrofa hasta la décima con fórmulas de
paralelismos en los dos últimos versos de esas estrofas; por ejemplo, en los
versos 19 y 20: “para pretendida, Thais, / y en la posesión, Lucrecia”. Este
ejemplo también es muestra de las erudiciones que incluye en este poema, y
también en otros, como muestra de su conocimiento de todo tipo.
jueves, 11 de abril de 2013
ERASMO Y SU INFLUJO EN LA LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XVI
Un tema interesante tanto en la historia del pensamiento hispano como en su literatura es el gran rápido influjo que tuvo Erasmo de Rotterdam en España, así como en el resto de Europa con diferentes reacciones posterasmistas en cada país.
Erasmo, con influencia en la época del Emperador Carlos V, ha de encuadrarse ya en una Europa con dos grandes movimientos cristianos, que en términos generales podemos llamar actitud católica y actitud protestante. La posición erasmista era, sin duda, una avanzada de la actitud protestante: tendía a un cristianismo interior, sin fórmulas, sin liturgia, sin esplendores de culto. No llegó a proscribir todo pero sí lo consideraba innecesario y sin importancia. El erasmismo sirvió en época de Carlos V para revelar una posibilidad satírica contra el fariseísmo y las prácticas rutinarias de una catolicidad externa, no sólo para los pensadores hispanos, sino también para conseguir una base para la madurez literaria erasmista que se fue desarrollando desde Encina y Gil Vicente hasta el mismo Cervantes. Sin embargo, la reacción triunfante en España, especialmente en la segunda mitad de siglo con el reinado de Felipe II, fue la antierasmista: la cultura católica en España se desenvolvió (arquitectura, escultura, música, poesía, pintura, teatro).
Al morir Erasmo, en 1536, comienzan en España las prohibiciones de sus obras. Nadie sabe cómo hubiera sido España con el triunfo erasmista.
Puede decirse que el predominio erasmista en España abarca unos quince años. Una de las razones de ese triunfo era la actitud de los llamados "alumbrados", quienes tendían a un cristianismo desnudo, sin ritos, a base de conversaciones y lecturas de los Libros Santos y de desprecio por todo lo rutinario y formulario. La actitud de los "alumbrados", llamada de "dejamiento" era bastante heterodoxa, pero estaba falta de la radicalidad y la condena que tiene Erasmo.
Se leía también en los medios cultos de los cabildos de las catedrales. En el fondo eran los frailes y, especialmente los franciscanos, quienes más atacaban la obra de Erasmo, frente al claro secular más inteligente. En el año 1520 se tradujo la Querela pacis de Erasmo por Diego López de Cortegana; y un canónigo de la catedral de Palencia, "el Arcediano del Alcor", Alonso Fernández de Madrid, acaba el traslado del Enquiridión o, manual del caballero cristiano en 1525. Contaba con el favor del arzobispo de Sevilla e inquisidor general Alonso Manrique (muerto en 1538, dos años después que Erasmo) al que va dirigida la versión. En la obra argumenta, bajo el paraguas de San Pablo, que los cristianos lo son, por medio del Espíritu, miembros de su cuerpo místico, cuya cabeza es Cristo. El texto produjo gran revuelo y la campaña antierasmista ante los peligros de esos textos de los frailes inminentes .
En la sociedad española entera circulaban los textos de Erasmo: desde los más cultos hasta el propio vulgo los había manejado, eso dice en una carta a Erasmo el humanista de Burgos Juan Maldonado, quejándose de los ataques de los frailes, pero celebrando las alabanzas "de los doctos" y hasta la curiosidad y entusiasmo del vulgo, sobre todo de mujeres. Con cartas como esta los humanistas mostraron en estos textos su esperanza de cambiar los "malos pastores".
Aunque ese triunfo erasmista no fue, finalmente, posible, su influjo sobre los autores españoles fue de importancia. Desde Encina y Gil Vicente hasta el mismísimo Cervantes pasando por La vida de Lazarillo de Tormes, Fray Luis de León y, por supuesto, Alfonso de Valdés, al que decían "más erasmista que Erasmo". No obstante, la crítica no está unida en la nómina de autores erasmistas y la polémica está aún pendiente.
La principal influencia a los que se les adjetiva como "erasmistas" es la crítica a la Iglesia de Roma y a sus abusos. En Gil Vicente encontramos una denuncia muy directa a los abusos de Roma y los representantes de la Iglesia Católica, concibiendo la vida con una libertad propia del humanismo del que es precedente. Además, como buen discípulo de Erasmo, aparece en numerosas ocasiones la pintura descarnada de los vicios eclesiásticos y la censura de la Corte de Roma. El Auto da Feira habla de las riquezas acumuladas de Roma; también se encuadran aquí otras obras como la Barca do Inferno o la Barca de la Gloria, en la que el mismo diablo acusa a figuras importantes de pecados por los que deben pagar en el infierno y tiene que ser Cristo, con un gran simbolismo erasmista, quien salve a los condenados.
Fuente: Alborg, J.L., Historia de la literatura española Vol.1, Edad Media y Renacimiento, Madrid, Gredos, 1997
viernes, 8 de marzo de 2013
Poema de Eugenio Gerardo Lobo
EUGENIO GERARDO LOBO (1679-1750)
DEFINE UN AMOR SU AMANTE Y DECLARA SU CUIDADO
Arder en viva llama, helarme luego,
mezclar fúnebre queja y dulce canto,
equivocar la risa con el llanto,
no saber distinguir nieve ni fuego.
Confianza y temor, ansia y sosiego,
aliento del espíritu y quebranto,
efecto natural, fuerza de encanto,
ver que estoy viviendo y contemplarme ciego.
La razón libre, preso el albedrío,
querer y no querer cualquier hora,
poquísimo valor y mucho brío;
contrariedad que el alma sabe e ignora,
es, Marsia soberana, el amor mío.
¿Preguntáis quien lo causa? Vos, Señora.
La frialdad, la racionalidad y la falta de sentimientos del siglo XVIII no es cierta. Esto es muestra clara. Todo, obviamente, es mucho más complejo. Desde hoy, época de la posmodernidad, vemos con terror, al menos yo lo veo así, los rígidos preceptos neoclásicos que convierten a la literatura en un producto sin alma y a su creación en el seguimiento de un simple libro de instrucciones. Para mí no es eso. Pero, no nos engañemos, tampoco para todos los autores del siglo XVIII.
En realidad, el siglo XVIII, como hoy, se divide en una corriente neoclasicista y en otra probarroquista, que acaba en el prerromanticismo. La antología poética de Rogelio Reyes (Poesía española del siglo XVIII, ed. Rogelio Reyes, Madrid, Cátedra,2000) ayuda a verlo empíricamente: amaban y hacían bellos poemas de amor, pero lo disfrazaban de odas a la mitología. Pero es especialmente en las primeras décadas del siglo cuando se pueden ver poemas tan bellos como el mostrado aquí: la antítesis (razón/sinrazón, frío/calor, etc.) inexcusable en el tema amoroso funciona en un viaje entre lo más físico, sensorial, a lo más conceptual, definiendo, así, la contrariedad de las consecuencias del amor; al final, el amor idealizado aparece y se convierte la ''Señora'' en fuente de todos los versos: entre el nuevo sentimentalismo posbarroco y el amor petrarquista de sumisión.
sábado, 24 de noviembre de 2012
Églogas de Juan del Encina
La belleza lírica de estos fragmentos me obliga a dejarlos plasmados aquí, en mi bitácora personal:
FIL. Fortuna, mudable governadora,
y Amor, de quien es piedad enemiga,
hambrientos de darme perpetua fatiga,
me dieron por vida morir cada hora.
Mandáronme amar y amando seguir
una figura formada en el viento
que, quando a los ojos más cerca la siento,
mis propios sospiros la hazen huir.
Y como en beldad excede al dezir,
assí de crueza ninguna la iguala.
(Juan del Encina, Teatro completo [Égloga de Fileno, Zambardo y Cardonio], Miguel Ángel Pérez Priego, Cátedra, Fuenlabrada, 1991, 262)
FIL. Maldigo aquel día, el mes y aun el año
que a mí fue principiode tantos enojos.
Maldigo aquel ciego, el qual engaño
me ha sido guía a quebrarme los ojos.
Maldigo a mí mesmo, pue smi juventud
sirviendo a una hora hembra he toda expendida.
Maldigo a Zefira y su ingratitud,
pues ella es la causa que pierdo la vida.
(Juan del Encina, Teatro completo [Égloga de Fileno, Zambardo y Cardonio], Miguel Ángel Pérez Priego, Cátedra, Fuenlabrada, 1991, 279)
PLÁCIDA. Soledad, penosa, triste,
más que aprovechas me dañas,
mal remedio en ti consiste
para quien de mí se viste;
y se abrasan las entrañas
con tal fuego
que con su mismo sossiego,
con sus fuerças muy estrañas.
[...]
Remedio para mi llaga
no lo siento ni lo espero.
¡Cuitada, no sé qué haga!
Mil vezes la muerte traga
quien muere como yo muero.
Ven ya, muerte,
acaba mi mala suerte
con un fin muy lastimero.
(Juan del Encina, Teatro completo [Égloga de Plácida y Vitoriano], Miguel Ángel Pérez Priego, Cátedra, Fuenlabrada, 1991, 328)
Se trata de tres fragmentos de las églogas de Juan del Encina, el poeta, antes que dramaturgo, salmantino a quien tanto debemos los amantes de la literatura. Los dos primeros fragmentos pertenecen a la Égloga de Fileno, Zambardo y Cardonio y el último a la Égloga de Plácida y Vitoriano, que son, para mí, sus dos églogas más desarrolladas. La diferencia de estas églogas con sus primeras églogas, aquellas que comenzó bajo la corte de don Fadrique Álvarez de Toledo, primo del rey Fernando el católico y segundo duque de Alba, es bastante notable en relación a argumento, a estilo y en complejidad. Dicha calidad literaria hemos de agradecérsela en parte como en buena parte de la historia literaria española a Italia, concretamente a Roma, viaje tras el que se habla de un segundo teatro de Encina.
El lirismo de las primeras en las que se defiende a sí mismo, realiza argumentos que hoy en día serían anacrónicos y, especialmente, que se realizaban para el divertimento de nobles en fechas señaladas (Navidad, Pasión y Carnaval). Las segundas parecen tener, aunque así no fuera, más conciencia literaria y de estilo en las que aquella catarsis recomendada por Aristóteles se mantiene presente hasta que, por fuerza de la época, algunas inverosimilidades resaltan en el texto.
Esta selección se ha guiado simplemente por el lirismo de los versos y la altura con la que estos personajes relacionan rebasando sus propios límites el amor con la muerte.
sábado, 6 de octubre de 2012
EL METRO DE PLATINO IRIDIADO
Hasta en literatura pecamos a menudo de sectarismo ideológico y, por ello, al recomendar esta maravillosa obra, quiero desvincularme al completo del presente político de su autor, porque lo verdaderamente maravilloso de una buen obra no es su autor, su contexto o la bella ilustración que pueda contener en la portada, sino, sencillamente, la obra como algo en sí mismo, independiente del autor.
No obstante, sí que es cierto que el presente que viven los lectores condiciona la valoración de una obra: en un presente al que le falta alma (entendido como psique y no como algo religioso o espiritual), humanidad y en el que predominan las acciones sobre nosotros mismos, El metro de platino iridiado (1991) irrumpe con todo ello: se trata de una obra en la que se subordinan las acciones a las consecuencias, siendo éstas consecuencias interiores de cada personaje que acaban afectando a las relaciones entre ellos.
Se habla de personas, del alma y del interior de cada uno; el gran trabajo del narrador introspecciona el interior de cada personaje, sus sentimientos y sus inquietudes; además, en la obra predomina la narración sobre el diálogo y los personajes frente a la acción.
El lenguaje fluye sin obstáculos y es característico el frecuente uso de los dos puntos frente al uso de subordinadas relativas; llega a haber hasta 5 veces seguidas el uso de este recurso de los dos puntos (:).
El matrimonio de los dos personajes principales es la primera gran acción de la obra, pero la obra comienza justo antes, en la despedida de soltera de María, a las puertas de la boda con Martín. María es una mujer sencilla a la que la complejidad de personajes como Martín, su marido, o Gonzalo, su hermano, la abruman y confunden; Martín, profesor de filosofía, parece a veces sólo a encontrarse a sí mismo tras sus letras y su despacho, un alejamiento del mundo que trae consecuencias a la familia; Gonzalo, el pequeño hermano de María evoluciona notablemente a lo largo de la obra en torno a sí mismo y las dificultades que le presenta la vida.
viernes, 17 de febrero de 2012
LA DESHEREDADA
Es la primera entrada tras cuatro meses sin publicar ninguna y ya tocaba hablar un poco de literatura. Creo que la mejor obra por la que puedo empezar es La desheredada, la mejor novela que hasta ahora he leído y, sin duda, una de las mejores novelas de la literatura española.
Se trata de una de las novelas naturalistas más importantes de este movimiento en el espectro español y perteneciente a un autor tan magnífico como es Benito Pérez Galdós, autor de otras magníficas obras como Fortunata y Jacinta o Doña Perfecta. La desheredada (1881) se enmarca en una época literaria (segunda mitad del siglo XIX- Realismo y Naturalismo) en la que aparecen grandes obras también con títulos de mujeres: Madame Bovary (1851), Ana Karenina (1877) o La regenta (1884-1885) en España; una manera, colocar como grandes protagonistas a mujeres, de criticar muy directamente el Romanticismo, en muchas ocasiones con gran ironía por parte del autor. Pretendían, generalmente, dar un nuevo giro a la literatura, un nuevo sentido y un nuevo ser: dejando a un lado esa evasión y ese individualismo románticos que no había servido de mucho a una sociedad desigual y poco crítica. Son, por tanto, estos grandes cambios de movimientos literarios cambios del concepto de literatura: de la literatura como vía de la evasión, del encuentro con uno mismo, a la literatura como compromiso y utilidad a una sociedad que necesita de las letras. Este último concepto es el propició el cambio de la literatura hacia el Realismo y,más tarde, el Naturalismo: las finalidades de la escritura cambiaron automáticamente con el cambio del concepto de literatura, y con ello cambiaron los métodos de escritura.
Esta obra, al contrario que otras obras de mujeres, no sólo se basa en la incomprensión social, sino que esta incomprensión se encuentra inherente en una diferencia de clase; por ello, el principal tema que el lector puede percibir en esta novela es el ascenso social; tema también acogido por literatos como Guy de Mapassant en su cuento El collar o por Flaubert en Madame Bovary, aunque esta vez de manera menos importante. Esta quimera de Isidora, la protagonista, se ve reflejada directamente como consecuencia directa de las desigualdades sociales. El argumento de la novela refleja varios ejemplos de esta desigualdad social que la misma obra denuncia: mientras Mariano, hermano de Isidora, trabaja muy duramente con 14 años y no
ha podido tener una educación digna, el hijo de la marquesa se dedica a tocar el piano y ha recibido una buena educación; o la situación de la tía de Isidora, la sanguijuelera, comparada con la de otros personajes de mayor rango social.
El mismo autor habla en relación a la desigualdad en el Madrid de la obra y dice que ''son nacidas de la falta nutrición y del poco uso que se viene haciendo de los beneficios reconstituyentes llamados Aritmética, Lógica, Moral y Sentido común''. Aparece de nuevo, por tanto, y en consecuencia a las palabras de Galdós, la importancia de la educación en una sociedad y la muestra que la desigualdad social también aparece en la educación.
Es muy importante el comienzo de esta obra. Empieza con el padre de Isidora en el manicomio de Leganés como un símbolo muy potente del mal que puede causar de la ascensión social, hasta llegar a la locura como el caso de este personaje tan importante e influyente para Isidora. Como el principio, el final también giro sobre ese tema, aunque más que el final la importancia reside especialmente en el final de algunos de los personajes, pues todos los personajes que apoyan a Isidora en su quimera o aquellos que la concienciaron de ello tienen un final muy oscuro, mientras que el resto sobrevive en aquella sociedad.
Aunque aparecen de manera mucho más simbólica en La regenta, el viaje en el que nos involucra al lector esta obra no sólo se centra en la zona de Embajadores o del Rastro, zonas de clase baja especialmente en aquella época, sino que aparece un contraste entre los diferentes barrios de Madrid, pues cuando se proclama la Primera República y la novela nos conduce por las Cortes, aparecían personas con aspecto mucho más distinguido que los que podían mostrar los vendedores y compradores de aquel Rastro de pobres.
El aspecto, la apariencia también es un tema recurrente, especialmente desde el punto de vista económico y social. Es una de las críticas más claras la del consumismo irracional, que hacía feliz a la gente tan sólo por poseer más y más, también llevado especialmente por Isidora. No obstante, el aspecto estético también aparece como consecuencia de unos condicionantes sociales, pues los escasos derechos laborales que tenía Mariano le impedían tener un aspecto tan pulcro como el del hijo de la marquesa, o la búsqueda incansable de Isidora de obtener buen maquillaje.
El origen de personajes como Isidora, Tomás Rufete o el tío canónigo de Isidora en La Mancha puede estar relacionado con que esa sea la tierra de Don Quijote, la de un loco que soñaba y cuya vida era una quimera constante, como parecen transmitir estos personajes.
En literatura, también en otros muchos ámbitos, la forma y el estilo es importante y, como he marcado anteriormente, ha de encuadrarse a esta obra en el Naturalismo y como uno de sus paradigmas en el territorio literario español más importantes. No es una simpleza el hecho de que una forma de escribir, marcada y nacida por una corriente filosófica llamada positivismo y con marcas del darwinismo, forme y constituya todo un movimiento literario, por ello, este movimiento también aparece como uno de los elementos más importantes ha señalar en este tipo de obras. La importancia de la genética dada en este Movimiento aparece reflejada en la historia, pues la ''locura'' de la ascensión social a la que aspira Isidora viene dada por miembros de una misma familia y los personajes ''positivos'' que no apoyan a Isidora pero sí la ofrecen soluciones sí que lo son.
Además, la obra realiza críticas a la sociedad en su conjunto y no directamente a personajes muy concretos, pues, como en las obras realistas-naturalistas y al contrario de lo que ocurría en el Romanticismo, la protagonista se supedita la sociedad, y los personajes aparecen como reflejos de los demás y no como un ente propio e individualizado, sino como un colectivo en continua influencia recíproca. El mayor ejemplo de esto en la obra es Mariano, el hermano de Isidora, cuyo comportamiento y manera de ser cambia totalmente una vez las ideas de Isidora han influido en él de manera muy importante; pero ha de observarse que estas ideas de Isidora que influyen en Mariano provienen de otra influencia a Isidora: la de su padre y su tío, éste último le mandaba a ella dinero y documentos para que esta quimera cogiese una forma cada vez más grande, por lo que acabaría explotando al final de la obra de manera impactante para el lector.
Otra de los elementos a destacar es la importancia de la historia y la política en esta obra: conocemos a través de esta historia la política de aquella época, desde el reinado de Amadeo de Saboya hasta la Restauración, pasando por la proclamación en las Cortes de la Primera República española.
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