lunes, 24 de marzo de 2014

UNA, DOS, TRES...MUCHAS PRIMAVERAS

El sábado 22 de marzo la policía nacional tenía orden de desalojar la plaza de Colón antes de las 21h. Los motivos lógicos son varios: el más evidente, que los telediarios podrían abrir con esas imágenes; pero también evitar una acampada de dignidad en Colón, cuya disolución a porrazos engrandeció al 15M.



Tienen miedo. Tienen mucho miedo. Lo que vivió Madrid el sábado es algo más que histórico, es algo mucho más que una batalla ganada; mucho más grande que la paralización de la privatización de la sanidad, que las consultas populares, que sus miedos electorales. El sábado en Madrid se materializó la dignidad, la rabia, los gritos. Tienen miedo de la belleza de nuestros cánticos, de la unión de tantas y tantas banderas diferentes, de los aplausos espontáneos, de la música. ¡Cuánta música!
El sábado 22 de marzo el régimen del 78 ha perdido definitivamente la guerra con la ciudadanía. Ahora sólo quedan los medios de comunicación con sus tres dueños, las fuerzas represores y los de arriba. El resto estábamos el sábado en Madrid. Dos millones y medio de personas, ellos no se esperaban tanto. Se abrumaron, se asustaron y ahora resulta que todo todito lo tenemos por Suárez. Pues mira no, el derecho a huelga lo consiguieron los huelguistas, el derecho a manifestación lo consiguieron los manifestantes y la legalización del PCE lo consiguieron los comunistas. Aquí el valiente es el pueblo, el que corrió durante 40 años, el que no ha dejado de gritar y gritar y los que seguimos corriendo este sábado. 
¡Sí se puede! Pues claro que se puede. Cantando todo Recoletos, Paseo del Prado y Colón una misma canción, unos con el puño en alto y otros simplemente con el corazón exaltado: 


La policía nos rodeó, hasta la SOLfónica les parece ya peligrosa e interrumpió el Coro de los Esclavos. La policía nos rodeó y tuvimos que salir corriendo, unos institivamente a intentar no acabar en comisaría y otros, los periodistas de los grandes medio de comunicación, a intentar convertir el mayor acto de dignidad del pueblo español de todo el siglo XXI en unos simples altercados de orden público. 
Lo que ocurrió el sábado emocionó mucho, me hizo sonreír, creer en mí, en un nosotros, en este país del que cualquiera puede arrepentirse fácilmente. Hacen falta muchos sábados como el anterior, no uno, ni dos, ni tres...muchos.