sábado, 6 de octubre de 2012

EL METRO DE PLATINO IRIDIADO



Hasta en literatura pecamos a menudo de sectarismo ideológico y, por ello, al recomendar esta maravillosa obra, quiero desvincularme al completo del presente político de su autor, porque lo verdaderamente maravilloso de una buen obra no es su autor, su contexto o la bella ilustración que pueda contener en la portada, sino, sencillamente, la obra como algo en sí mismo, independiente del autor.

No obstante, sí que es cierto que el presente que viven los lectores condiciona la valoración de una obra: en un presente al que le falta alma (entendido como psique y no como algo religioso o espiritual), humanidad y en el que predominan las acciones sobre nosotros mismos, El metro de platino iridiado (1991) irrumpe con todo ello: se trata de una obra en la que se subordinan las acciones a las consecuencias, siendo éstas consecuencias interiores de cada personaje que acaban afectando a las relaciones entre ellos.
Se habla de personas, del alma y del interior de cada uno; el gran trabajo del narrador introspecciona el interior de cada personaje, sus sentimientos y sus inquietudes; además, en la obra predomina la narración sobre el diálogo y los personajes frente a la acción.
El lenguaje fluye sin obstáculos y es característico el frecuente uso de los dos puntos frente al uso de subordinadas relativas; llega a haber hasta 5 veces seguidas el uso de este recurso de los dos puntos (:).

El matrimonio de los dos personajes principales es la primera gran acción de la obra, pero la obra comienza justo antes, en la despedida de soltera de María, a las puertas de la boda con Martín. María es una mujer sencilla a la que la complejidad de personajes como Martín, su marido, o Gonzalo, su hermano, la abruman y confunden; Martín, profesor de filosofía, parece a veces sólo a encontrarse a sí mismo tras sus letras y su despacho, un alejamiento del mundo que trae consecuencias a la familia; Gonzalo, el pequeño hermano de María evoluciona notablemente a lo largo de la obra en torno a sí mismo y las dificultades que le presenta la vida.

1 comentario:

  1. Hablas del sectarismo ideológico de Álvaro Pombo y no te cansas de citar a Ánguita o Alberto Garzón...ante tal falta de imparcialidad he perdido el interés de seguir leyendo, lástima.

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